lunes, 23 de agosto de 2010

De San Gil a Capurganá

Bueno, para los preocupados, hemos estado toda una semana fuera de toda comunicación: ni Internet, ni cobertura para el móvil, ni siquiera luz a ratos...Pero todavía estamos vivitos y coleando, a pesar de algunas excursiones que nos han dejado extasiados y de algunos trayectos en bus, que, uf, os aseguro que no quiero saber más de autobuses en meses...

Os advierto que lo que viene ahora es largo para iros explicando parte por parte, intentaré escribirlo por capítulos para que sea algo más ameno, y cuando colguemos las fotos intentaremos ponerlas entremedio, para que no haya tanta letra.

Ahí vamos:

SAN GIL

Estuvimos un total de 5 días en San Gil, en el hostel de Iván, muy bien acogidos, muchas charlas con Marta, la madre de Iván, y con Carlos algunas otras, colombiano residente en Barcelona. Lástima que al ser un hostel teníamos que compartir baño y ducha, pero las niñas estuvieron muy bien.

Como habéis visto en las fotos, al final nos decidimos por experimentar esto del parapente, ya que él nos había hablado de un amigo suyo, Sergio, que tenía mucha experiencia. Así que, el último día, apurando las horas, fuimos por la tarde al lugar del parapente, esperando a que mejoraran las condiciones climáticas pues llovía.

Iris y Sergi fueron los primeros. Carla y yo mirábamos. Ella luego sabía que eran ellos en el aire y señalaba "Iish" (así dice ella Iris). Iris era toda una expectación, imaginad, 4 ó 5 estaban preparando el equipo, ajustándolo a su tamaño. Yo creía que se iba a asustar o que en el último momento se iba a arrepentir (ya lo teníamos pactado con el monitor), pero qué va!, al principio hacía cara de estar a la expectativa, pero se ve que en el aire cuando Sergio le dijo de volver contestó "todavía no" y ahora dice que es una de las cosas que más le ha gustado. Yo no las tenía todas conmigo, pero confié en el monitor y al final estuvo todo bien. Los niños y niñas siempre te sorprenden.

Yo no quería hacer parapente, la verdad. La maternidad me ha hecho tenerle respeto a estas cosas y que a veces, con las niñas, ya tienes suficientes subidones de adrenalina. Pero Sergi insistió y decidí probar. Al final no me dio impresión como creía, ni siquiera un poquito. La salida, en realidad, era muy suave, en una pendiente que no te da la sensación de caer en el vacío. La fuerza del viento que eleva el parapente a mí me dio seguridad y, una vez arriba, lo que sentí fue paz. La imagen de sobrevolar las copas de los árboles será otra más de las que se quedan grabadas a fuego, de esas imágenes que se recuperan en momentos de desasosiego.

En fin, que una vez acabado el parapente, volvimos al centro, comimos algo y nos fuimos a la estaci{on de autobuses. Al final un mini-bus nos llevó a Bucaramanga y de ahí cogimos el bus-cama a Medellín. En San Gil compramos una manta pues los buses-cama ponen el aire a tope, pero una manta es un trasto más para llevar...

Yo en los autobuses no duermo apenas, o almenos tengo la sensación de dormir a trancas y barrancas. Entre que el asiento no se baja del todo, que tengo que estirar a Carla para que mame y duerma, Iris al otro lado, pendiente que no se destapen, o que no tengan demasiado calor, que los pies te quedan medio colgados, que el autobús de noche te da la sensación que frena de golpe y te despiertas asustada...en fin...Lo mejor del mundo, vaya. Pero muchos trayectos largos los horarios son estos, y, pensándolo bien, es mejor para las niñas, porque 10h o más de bus agobia al más pintado. Si pudiera evitarlo, lo haría. Siempre llego a destino con una mala leche...

MEDELLÍN

Medellín, barrio el Poblado


Por allá las 7-8 de la mañana llegamos a Medellín. Desde la estación de autobús se puede coger el moderno metro. Decidimos buscar hotel por la zona centro, pues la zona de mochileros, el Poblado, nos pareció que por las noches no iba a ser un remanso de paz, pues era zona de bares y salida nocturna. Como vimos un paralelismo con Bangkok, fuimos a Centro, pero realmente la zona "chula" de Medellín es el poblado. Una parte de ella son sus altos edificios acristalados, otra de edificaciones bajas donde se hallan los hostels y cafeter{ias/restaurantes más chick. 

En el centro vimos unas estatuas que dijimos: mira, parecen como si fueran de Botero. Incultos! Al cabo de los días nos enteramos que Botero es colombiano y de Medellín! Eran de Botero de verdad! Ni una foto!

El hotel que recomendaba la Lonely Planet (LP) no estaba mal del todo, era económico y bien. Ya veis que una obsesión mía es el donde dormir. Decidimos ir a desayunar al Poblado un desayuno "paisa" (así llaman a los de Medellín). Me encantan las arepas. De ahí a Internet a colgaros unas fotos para dar señales de vida. Cada vez que nos conectamos son 1 o 2 horas. Nos conectamos por turnos y el otro intenta "calmar" a las niñas que parece que les entran todos los males del mundo en ese momento, y que a Carla le da un ataque de mamitis incalmable, en fin...Os tenemos mal acostumbrados, la mayoría de viajeros no escriben tanto como nosotros ni están tantas horas aquí, así que ahora que hemos estado unos días fuera de combate imagino que algunos debéis estar extrañados. Pero ya veis, aquí estamos de nuevo.

Sigo.

Del Internet fuimos a un centro comercial que sabíamos que cambiaban dinero y ya de allí fuimos a comer,a  dar uan vuelta y que las niñas jugaran un rato después de tanto viaje. Yo estaba agotada, agotada, de verdad. Me hago vieja. Nos dijeron que en Medellín la ropa estaba más barata, pero por lo menos en este centro no era así para nada, los precios los mismos que en casa.

Muchas veces hacemos comparaciones con Asia, pues todo es mucho más barato allí. Por 10-15 euros encuentras habitaciones muy buenas, a veces con desayuno incluido, aquí por 15 euros hemos encontrado cada antro...No encuentras zapatos a 4 chavos, ni mochilas ni recuerdos...

En Medellín son buenísimos los mangos, por la calle los venden cortaditos, uuummm!!qué manjar para el paladar! En Capurganá los mangos los traen de allí.

Otras curiosidad: hay una compañía de autobuses que decía en grande "ROBLEDO", resulta que un barrio o una localidad a las afueras de Medellín se llama así, je, je, aparte de que ya hemos visto alguna que otra persona con ese apellido. Mira tú por donde...

Nuestra odisea feu ir a cenar. Salimos a las 8 y ya no quedaba apenas nada abierto, mucha gente en la calle, eso sí, y sólo 4 lugares de pollo rebozado o frito (muy típico aquí y en Venezuela), o heladerías o panaderías. Así que vimos claro que nos equivocamos de opción al escoger el alojamiento o centro base. Al final acabamos en un bar que casi cerraban escogiendo "choripapa" que no es otra cosa que choricitos (más bien trozos de frankfurt) con patatas fritas.

Vimos que no teníamos mucho más que hacer allí y decidimos marchar camino a nuestro destino: Capurganá y Sapzurro, un lugar muy recomendado, en la frontera con Panamá. Antiguamente peligroso, ahora ya no. Así que al día siguiente marchábamos hacia Turbo, para coger allí el barco que nos llevaba al pueblo.

Hacia Turbo

Como hemos podido comprar tarjeta de teléfono, Sergi llamó a una compañía de autobuses a las 8 para saber horarios y nos dijeron que a las 10'30 nos venían a buscar y nos llevaban directamentea Turbo. Desayunamos tranquilamente en el hotel el mismo desayuno que en el Café Le Bon del Poblado, pero a mitad de precio. No nos vino a buscar un bus, sino una vagoneta (aquí les llaman, creo, busetas). Salimos sobre las 10 de la mañana al final y llegamos pasadas las 18h, ya de noche. Buf!! Un camino duro, creo que el peor, con la mayor parte de tramos sin asfaltar por derrumbamientos de las lomas, el conductor que iba a toda velocidad, muchos baches, calor, poco espacio, Carla agobiada a ratos...en fin...Que con viajes así se te quitan las ganas de todo.

Habíamos reservado en un hotel recomendado por LP, parecía como si en el pueblo sólo hubieran 2-3, así que cogimos uno según las indicaciones, total era sólo para pasar la noche y seguir vía y no íbamos a estar buscando por la noche, cansados, y las niñas. El hotel se llama Residencia Florida. Qué antro, por dios! Las habitaciones disponían de 1 litera a un lado y otra cama individual al otro, con un espacio estrecho entre una y otra, tocando a las cabeceras una cortina de ducha floreada que separaba el lavabo! Si mirabas hacia arriba, una gran brecha llena de humedad ocupaba una esquina de la ducha hasta el techo de madera ya estropeada. Lo único que se salvaba era la taza del wáter y el lavamanos. Después descubrimos que no éramos los únicos inquilinos de la habitación: 2 cucarachas eran las dueñas del lugar (2 que vimos, claro). A una la alcanzamos, otra se escapó para mi pesar, pues me pasé la noche pendiente de si subían o no a la cama. Me dan mucho asco las cucarachas. No era de extrañar que estuvieran allí (la residencia ocupaba un primer piso en un bloque), debajo9 de la cama hacía tiempo que no limpiaban. El colchón no sé qué tenía, pero ni la sábana evitaba su aspereza. Vamos, hotelito ideal para familias con niños pequeños...qué noche!

Antes salimos a cenar algo a la ruidosa plaza de enfrente del hotel. Las chicas del hotel nos dijeron que la encargada de la venta de boletos del barco vendría para hacernos la reserva, cosa que nos pareció un poco increíble tanta atención.

Esa noche vimos en el restaurante una pareja de guiris. La verdad es que es raro en general ver turistas extranjeros. 

A la mañana siguiente un chico de los barcos vino a buscarnos por el tema de los boletos. Cada uno valía 50.000 pesos por persona, que al cambio son unos 25 euros. Aquí el transporte es caro para lo que estamos acostumbrados. Nos dijo que luego les buscáramos en el muelle.

Vimos de nuevo al chico que habíamos visto en el restaurante. Se trata de Andrea, y su pareja Francesca, de Italia, doctores en Química jóvenes en rutra por Sudamérica. Es raro ver mochileros italianos.

Hacia Capurganá

El show para llegar a Capurganá merece un capítulo aparte. Es toda una historia. Una mafia incre{ible. Tanta amabilidad nos confundía...Por lo visto hay que evitar en el barco sentarse en los asientos delanteros, pues el barco rebota. A los italianos los dejaron delante. Nosotros nos salvamos por las niñas. Fuimos los únicos a los que pesaron el equipaje y nos hicieron pagar por el "exceso" 10.000 pesos. Ni nos avisaron antes (ni en el hotel ni con nada escrito, para poder dejar parte del equipaje, por ejemplo), ni nos dieron recibo del boleto...en fin...aludían que no habíamos salido de nuestro país. Vaya tela! Nunca nos ha pasado que nos pesesn el equipaje en un barco de un trayecto de 2 horas. Luego supimos que el barco estaba reservado para una excursión (tipo Imserso en España), nos metieron a más a más a nosotros, a los italianos y a un par de personas más. Me pasé 2h del viaje con un trocito de culo en el asiento, apretujada, por suerte Carla dorm{ia, como si ya supiera lo que tocaba, pero aún tuvimos que aguantar los comentarios de las señoras de la excursión. Por qué será que en todo el mundo las "Abuelas" son iguales y tratan a los padres y madres jóvenes (más jóvenes que ellas, pero no niños) como unos tontos que no saben cuidar de sus hijos/as? Por qué tienen los mismos miedos hiperproteccionistas y, a la vez, siempre tienen apunto una galleta o golosina para dar justo antes de la comida y quitar el apetito a cualquier criatura? Uf, qué paciencia!

Pero por fin llegamos a Capurganá y era justo como nos lo habíamos imaginado: una bahía virgen preciosa, salpicada de pocas casas y rodeada de selva, un lugar perdido en el mundo. No es de extrañar que aquí lleguen pocos turistas, es que llegar aquí es ya toda una aventura y para pensárselo 2 veces después de todo lo que se ha de pasar. Existe una alternativa, una avioneta que sale de Medellín y que sale por unos 150 euros, pero, claro, nosotros tendríamos que multiplicarlo por 3. 




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si ya me teniais preocupado. Pero bueno, ya teneis nuevas experiencias, me alegro que dentro de todo esteis bien. Que sigais disfrutando de vuestro viaje y me alegro que Iris y Carla se lo pasen bien. Besos para todos. Antonio

Unknown dijo...

que buenas experiencias y mejor si se lo disfruta en familia...me encanta Colombia, tiene unos bellos lugares para no dejar de disfrutar.

Saludos-Hotel en Medellin